07 julio 2017

Mucho ojito

Este último mes mi ojo derecho ha decidido dar un golpe de estado, desprendiéndose del cuerpo vítreo posterior y rasgándome finalmente la retina. Ya la primera visita fue pura diversión, con su preámbulo de gotas “que no pican” seguidas de gotas “que sí pican”. La revisión consiste en abrir el párpado al estilo de La naranja mecánica y pegar una lente directamente al ojo (no sabría decir de qué focal ni su luminosidad).



La primera sesión de reparación fue el miércoles y, después de todo lo mencionado anteriormente, a través de esa simpática lente, me propinaron alrededor de 1700 fogonazos con láser. La sensación de ver una lucecita verde en todo el ojo varias veces por segundo durante varios minutos es casi tan desagradable como ver un programa de Tele5. Y al final, un rato para recuperarse, mientras un ojo ve normal y el otro lo pinta todo de magenta (complentario del verde, para aquellos que no lo sepan).


Después de todo eso esperaba adquirir algún poder especial, como el de leer la mente o transformar galletas en rosquillas. Pero nada de eso. Me toca volver mañana, seguramente a repetir la operación. Y así tantas veces como estime oportuno la doctora en oftalmología y máster en tortura medieval.

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