27 diciembre 2017

Tengo una idea para un guion (la premisa)

Una de las frases que oigo más a menudo es “tengo una idea para un guion”. Suele pronunciarse con los ojos muy abiertos y una sonrisa tan amplia que roza lo psicótico. A continuación, sin que se cierren esos desorbitados ojos ni desaparezca tan perturbadora sonrisa, viene una explicación de duración variable (habitualmente muy larga) de algo que dista mucho de ser una idea.


Recientemente he leído “¡Salva el gato!”, de Blake Snyder (otro de los gurús maestros del guion) y dedica más o menos medio libro a lo que es “tengo una idea para un guion”. Y no, no es lo que a cualquiera le haya podido pasar por la cabeza mientras lee el bote de champú en el retrete.

Para poder proclamar con entusiasmo “tengo una idea para un guion”, lo primero que se necesita es una buena premisa, que sea sugerente, irónica y que indique en sí misma el target al que va dirigida y su coste. No es del todo necesario, pero ayudará tener un título provisional contundente.


Para poder definir bien la premisa, conviene conocer otras películas a las que se parezca, encuadrándola, por ejemplo, en la categorización de situaciones dramáticas de Polti o en la categorización particular de géneros que propone Snyder:


  • Un monstruo en casa
  • El vellocino de oro (salir en búsqueda de algo)
  • La lámpara maravillosa (deseos cumplidos o castigos recibidos)
  • Un tipo con un problema (alguien corriente se ve envuelto en un hecho nada común)
  • Ritos de iniciación
  • Amor de colegas
  • ¿Por qué lo hizo?
  • El triunfo del tonto
  • Soy un interno (grupos de personas, familias o instituciones)
  • Superhéroes

Pero toda historia debe acontecer a alguien: el protagonista, que debe ofrecer el mayor conflicto, presentar el mayor recorrido emocional y atraer al sector de la población más amplio. Una motivación primaria (supervivencia, hambre, protección de los seres queridos) ayudará a amplificar la premisa.


En definitiva, la historia debe tratar de un personaje con el que sea fácil identificarse, del que se pueda aprender algo, al que se le tenga un motivo irresistible para seguirlo, que se crea que merece ganar y que se esté jugando algo primario. Todo ello sin dejar de ser verosímil.

La mejor premisa presenta el mayor conflicto, con el protagonista y antagonista más definidos y con el objetivo más claro y primario. Y solo cuando todo eso pueda formularse fácilmente en un elevator speech, se podrá empezar a decir “tengo una idea para un guion”.

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